El escritor venezolano Juan Carlos Chirinos se adentra en la novela gótica con su segunda obra, «Nochebosque«, una historia terrorífica con terrores de niño, «que son los peores -dice el autor en una entrevista con EFE- porque el mundo de los niños es muy cruel y la infancia suele tener esa parte oscura».
Se trata, explica, de una reelaboración del cuento de «Caperucita Roja», pero también es una aproximación hacia la fábula con determinantes componentes oníricos.
Un libro que «mira hacia los niños, pero no es para niños», señala, aunque la explicación sobra tras leer la primera página de la novela en la que su protagonista, Paula, tiene un sueño «erótico-caníbal».
Juan Carlos Chirinos (Valera, Venezuela, 1967), licenciado en Letras por la Universidad de Caracas y doctor por la de Salamanca, vive en Madrid desde 1997, donde ha publicado su anterior novela «El niño malo cuenta hasta cien y se retira» (2004), con la que fue finalista del prestigioso premio Rómulo Gallegos.
Este segundo libro, publicado por Casa de Cartón, cuenta la historia de Paula, una chica que decide pagarse sus estudios de chef con un trabajo de verano cuidando a Osip, un niño de once años que vive con su madre en el bosque de San Guinefort, ya que su padre murió por causas que se intuyen extrañas y que se mantienen secretas.
Tanto Osip, que guarda entre sus tesoros un ungüento regalado por un hada y un oso de peluche de tamaño gigante que le cuida y le protege, como doña Ligia, su madre, sienten una total fascinación por los platos de carne roja que les prepara Paula.
«Los sueños de Paula son una metáfora de esa doble realidad que ella está viviendo gracias al ungüento de hada, que le permite ver dos bosques distintos, el ‘normal’ y el que ocurre en su percepción» inducida por el niño, explica Chirinos.
En la novela también hay un enigma por resolver que está relacionado con «el humano que todos los lobos llevan dentro», bromea Chirinos.
Esta variación de la máxima «el hombre es un lobo para el hombre» es fruto del convencimiento del autor de que «los animales tienen pensamiento».
«Lo que pasa -considera Chirinos-, es que el mundo de los animales es un mundo extraño para nosotros y cuando un humano ingresa en ese mundo puede pasar de todo».
Los relatos y novelas de Chirinos tienen la particularidad de que suministran datos al lector «sin ofenderle ni excluirle porque él no tenga esa referencia literaria», explica el escritor: «son miguitas que uno deja por si alguien las reconoce».
Así, el título elegido para esta novela es un juego y un homenaje a la obra de la estadounidense Djuna Burns «El bosque de la noche», en inglés «Nightwood», es decir, «nochebosque».
Insiste Chirinos, como ya hiciera en «El niño malo…», en homenajear en esta segunda novela a Eugenio Montejo, de quien se siente muy cercano porque «fue un poeta panteico, naturalista, casi telúrico, muy de esa fuerza desconocida que tiene la naturaleza».
Coincide estos días también la publicación de su primer libro digital, «Los sordos trilingües», que, editado por Musa a las 9, recopila 62 relatos escritos en 20 años de profesión.
«Estoy muy contento pues se reúnan por primera vez todos mis cuentos y se pongan al alcance de todo aquel que tenga acceso a la red», ha comentado Chirinos, quien está convencido de que los e-book y los libros de papel «convivirán».
No obstante, opina que un libro electrónico «jamás llegará a la perfección del libro de papel».
«Esas dos tapas que cubren unas hojas es un objeto tecnológicamente mucho más sofisticado, lo primero, porque no necesita energía; se puede llevar a cualquier lado, se puede doblar, se puede ir de la página uno a la 57 al instante, o leerlas a la vez. Es como el concepto ‘rueda’, son insuperables», remata Chirinos.
Madrid, 2 oct (Alicia G. Arribas / EFE)