Corría el año 1989 cuando un joven Cels Piñol empezó a publicar «Fan Letal», unas tiras que retrataban con humor e ironía a los amantes del cómic, el cine o la música. La serie se ha publicado casi hasta nuestros días, pero ahora se puede disfrutar de los materiales primigenios en «Fan Letal Vintage 1».
«Muchos autores hablaban de los fans de forma despectiva. Como fan, prefería retratarme como un personaje de cómic diferente, un héroe que se enfrentaba a las adversidades causadas por su afición, pero siendo constructivo. Así fue como miles de lectores se identificaron con los personajes», recuerda Piñol (Barcelona, 1970) en una entrevista con Efe.
Este primer volumen de la serie se retrotrae a finales de la década de los ochenta, «una época que marcó el nacimiento de la industria cultural y subcultural que nos rodea ahora mismo, donde los fans, gracias sobre todo al ‘boom’ de las series de televisión, están haciendo que la gente consuma ficción como nunca antes se había visto», afirma el autor de «Fan Letal Vintage» (Panini).
Para conmemorar el regreso de sus tiras, Piñol ha redibujado los originales hasta el último detalle. «En Facebook y Twitter me decían que recuperara los chistes tal cual se publicaron, pero han entendido que los nuevos tiempos necesitan de una nueva forma de narrar. Además, hay un nuevo público que se ha unido a ‘Fan Letal’ y con el que conectaré mejor si hago narizones más cuidados», plantea.
Los personajes del autor resultan inconfundibles, con unas napias de lo más hermosas y cierto candor no exento de mala leche. «Me gustaban Jan, Mordillo, Ivá… Veía en ellos la capacidad de transmitir humor con un grafismo fácil. Nunca he aprendido a dibujar. De hecho, en el colegio suspendía dibujo lineal», confiesa.
«Basándome en esos autores, sí aprendí a utilizar los recursos necesarios para contar una historia. Mis protagonistas son redonditos porque me encantan los peluches; están dibujados a imagen y semejanza de un pingüino que tenía y que se llamaba Kiusap. Lo guardan en la Escuela de Cómic Joso, y espero que no lo hayan perdido», apunta.
Coleccionista de tebeos desde que tiene uso de razón, Piñol tiene una idea bastante aproximada de lo que significa ser fan: «Es cuando un libro, un personaje, una película, un grupo de música o un videojuego te gusta de una forma especial, que hace que destaque entre todo lo demás».
«Eso te lleva hacia distintos caminos: seguir más o menos incondicionalmente tus gustos, comprar ‘merchandising’ relacionado, crear tu propia ficción personal sobre esa obra o abrir un grupo en Facebook. Hay muchos niveles de fan, pero sí que hay cierta afinidad demostrada entre todos ellos», añade.
La oferta cultural, abrumadora en la actualidad, provoca cambios en la naturaleza del fanático. «Hay tanta oferta de calidad que te obliga a ser selectivo. El mundo del ocio ha ido creciendo y expandiéndose desde hace años, también gracias a las redes sociales y a los canales de distribución», opina.
«Un lector de cómics o un cinéfilo de los años setenta no podría ni imaginar la edad de oro que estamos viviendo: tenemos fácil acceso a todo, tanto a lo nuevo como a lo antiguo. Pero si alguien no cuida su creación, o se acomoda, los fans rápidamente se dan cuenta. Nuestro público es cada vez más exigente», analiza.
«Me considero realmente fan de ‘Mad Max’, ‘Star Trek’, Lovecraft, ‘Superlópez’, Ellroy, los zombies… Pero ahora estoy enganchado a series como ‘Juego de Tronos’ o ‘Mad Men’, a escritores como Marc Pastor o Max Brooks, a cómics como ‘The Walking Dead’, al cine de Chris Nolan o JJ Abrams… Muchas más cosas de las que me puedo permitir por falta de tiempo», lamenta.
Madrid, 25 ago (EFE)