Si a los escritores se les suele llamar letraheridos por su afición desmedida a las letras y a la lectura (traducción de «lletraferit«, una palabra de origen catalán bastante frecuente), a los lectores se les debería llamar de una manera similar por la tendencia a considerar a sus escritores favoritos como seres excepcionales.
Conviene recordar, sin embargo, que los escritores sufren de inseguridades, miedos, manías y comportamientos extraños como el resto de los humanos. Y para demostrarlo, a continuación presentamos algunas extravagancias que poco o nada tienen que ver con su capacidad de fabular y que esperamos no consigan romper el mito que muchos lectores se han creado.
1. El autor de Alicia en el País de las maravillas y Alicia a través del espejo, Lewis Carroll ( en realidad se llamaba Charles Lutwidge Dodgson) fue tartamudo, lo mismo que sus otros diez hermanos. El propio autor le quitó importancia a este defecto del habla al incluir en su libro al Dodo. Se dice que esta ave, ya extinguida, era una caricatura del autor porque su nombre era el resultado de repetir dos veces la primera sílaba de su apellido real Dogson.
2. A William Shakespeare se le atribuyen más de veinte personas a su cargo que se encargaban de escribir los poemas, y también de teatro, donde luego aparecía su nombre. Entre estos “negros” figura el nombre de Francis Bacon, Sir Walter Rabigh e incluso la reina Isabel. Una de sus obras más polémica es Enrique IV. Algunos investigadores disculpan en parte al autor porque en un incendio se quemaron algunas de sus obras y tuvo que pedir la colaboración de otros escritores amigos para reescribirlas.
3. Virginia Wolf , la autora inglesa de obras como Tres guineas, Las olas y Una habitación propia sentía un pánico atroz a volverse loca y en más de una ocasión aseguró escuchar pájaros conversar entre ellos en griego.
4. El prolífico autor francés Victor Hugo envió una carta a sus editores de Hurt&Blakquett con la lacónica “?”, para trasladarles su sorpresa porque no recibía noticia sobre la publicación de Los Miserables, a lo que los editores respondieron de la misma manera “!”.
5. Hans Christian Andersen tenía fobia a casi todo. Entre sus miedos más destacados estaba la tapefobia o el miedo a ser enterrado vivo.
6. Juan Rulfo, el autor de Pedro Páramo y El llano en llanas padecía de glosofobia o de pánico escénico y evitaba hablar en público. Desconocemos si esta aversión le impidió escribir más libros, pero seguro que perjudicó a personas que gustaban de saber sobre su vida y obra de primera mano.
7. Jorge Luis Borges sufría de pesadillas que solían tener como escenario principal los laberintos. Además, este autor experimentaba un auténtico terror a los espejos y a las máscaras porque creía firmemente que si se ponía una máscara quedaría al descubierto su auténtico rostro al quitársela. En sus libros El Aleph y El libro de arena parece ser que sus personajes viven una rutina casi envidiable pero que les lleva poco a poco a la locura.
8. Franz Kafka sufría de complejo de inferioridad y pocas veces se le vio sonreír. Tal vez el carácter extremadamente severo de su padre reforzó esta sensación que el autor reflejó en muchos de sus libros como La metamorfosis, Carta al padre y El proceso.
9. El autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes, solamente contaba con seis dientes y por eso se avergonzaba de comer en compañía. Este problema lo solucionaba cortando los alimentos en trozos muy pequeños para no tener que masticar tanto.
10. Se dice que Marcel Proust se negaba a cerrar las ventanas de su casa porque tenía miedo de morir de asfixia. El escritor de Almuerzo en la hierba y En busca del tiempo perdido fue además un gran admirador de su madre hasta el punto que se aseguró que estaba bastante obsesionado.
11. El dramaturgo francés Molière tenía como objetivo, más que moralizar, hacer reír a la gente. En aquella época, el siglo XVII, la iglesia condenaba a los actores hasta el punto de no permitir que fueran enterrados en terreno sagrado. Más que una manía o comportamiento compulsivo del escritor, lo que nos ha dejado es una superstición de sobra conocida en el mundo del espectáculo. Es de sobra conocido que este autor murió en plena representación de El enfermo imaginario cuando iba vestido de color amarillo.
12. Oscar Wilde estuvo encarcelado en una prisión de Londres acusado de ser homosexual. Cuando recobró la libertad dos años después hizo grabar sus iniciales en número de su celda: OW C33 en un bastón con mango de marfil. Mientras cumplía condena escribió De profundis, un libro epistolar dirigido a su amante Alfred Douglas o «Bosie».
13. El autor de Las flores del mal , Charles Baudelaire padecía el complejo de Edipo porque desde muy pequeño se sintió fuertemente atraído por su madre y rechazar a su padre porque lo consideraba un oponente.
14. La escritora española Dolores Redondo ganó el Premio Planeta de 2016 con Todo esto te daré y de la trilogía del Baztán ha confesado en una entrevista reciente que se suele abrigar para escribir porque, de forma inexplicable, suele sentir bastante frío cuando se sumerge en la escritura de sus historias.
15. Fiodor Dostoyevski el gran éxito que cosechó con El jugador y Noches blancas, entre muchas otras obras no fue suficiente para evitar que sufriera de manía persecutoria. Además, tenía miedo a la oscuridad y por eso dormía durante el día y escribía por las noches mientras recorría la habitación para alejar el sueño.
Valencia, 21 sep. (Àngels S. Amorós, Quelibroleo)
Excelente información ..👍😉
Gracias Jana. Un saludo!!
Una aclaración, Borges jamás escribió un libro llamado: «El llano en llamas» comentado en el número siete.
Muchas gracis por la aclaración. Saludos