LA MUERTE LE SORPRENDIÓ en mitad de una clase, lejos de su Andalucía natal. La tacita de plata le vio nacer en 1895, y la historia de España le expulsó de su patria chica. Se formó en Sevilla, Toledo y Madrid, demostrando sus dotes para el estudio, su fe en Dios y su preocupación por los desfavorecidos. En 1921 ocupó una canonjía en la catedral de Córdoba e intensificó su colaboración con los pobres y con los trabajadores del campo andaluz. Asiduo colaborador en revistas católicas de profundo contenido social, durante los años 1931 y 1932 visitó Hispanoamérica para impartir conferencias y debatir sobre la situación de los desheredados de la tierra. HOMBRE DE ACCIÓN, el canónigo Gallegos Rocafull sabía que para materializar sus ideas necesitaba acceder a un cargo político y, en 1935, se presentó como diputado por Córdoba. Su fracaso fue rotundo. La guerra le sorprendió en Madrid y él no lo dudó: amaba a Dios, pero creía en la legalidad del gobierno republicano e iba a defenderla en Bruselas, París y allá donde le dieran voz. LA MAYOR TORTURA para un hombre de fe es verse apartado de la Iglesia; su suspenso religioso le llegó en 1937. En México, su país de acogida, continuó con sus labores pedagógicas y sus participaciones en revistas, siempre al lado de los desprotegidos. Allí, en la Guadalajara mexicana, se topó con la muerte en 1963. Su vida y obra han sido rescatadas en el libro POR LEALTAD A LA REPÚBLICA.
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