Resumen

Dejando de lado toda inhibición, Ingmar Bergman nos conduce aquí por el apasionante recorrido de la creación artística, desde ese lugar privado y recóndito, donde se ocultan los fantasmas personales que originan con tanta frecuencia -y en Bergman casi siempre- las ideas y las emociones más fuertes, hasta el barullo de un plató, donde, ante decenas de personas, bajo los focos encendidos, con la cámara en acción, estos fantasmas, antes en tropel, empiezan a obedecer a un orden invisible, a encarnarse en una historia que pasará, por la magia del arte, a ser nuestra. Para ello, Bergman no tiene inconveniente alguno en sacar a la luz no sólo sus apuntes de trabajo, sino también sus diarios, en los que suele anotar las «fuentes reveladoras» los recuerdos, las imágenes, que dan lugar después a sus films. Nos cuenta de hecho un viaje fascinante por la memoria y «las difusas radiografías del alma». Este es el autorretrato de un artista para quien el arte, la obra y la vida es una misma y única cosa.