El señor Velázquez tiene un gran problema: los Reyes de España le han pedido que pinte un retrato de la infanta Margarita, pero ésta es tan inquieta que resulta imposible hacerla posar. Pero al señor Velázquez se le ocurre una divertida idea para lograr que la niña se queda tan tiesa como una estatua mientras él pinta su retrato.