No la pelota divertida y amarga hasta los celos de Ramón, no; Gómez de la Serna, en todo caso, lloraría un organillo y, en definitiva, lo que fue su obra: música de manubrio. Leyendo a Karmelo Iribarren, es el abrigo avaro de Baroja quien escribe una elegía seca -sin una lágrima- al modesto acord...