–Juro que si nace una niña, la mataré –dijo Yin, blandiendo un cuchillo herrumbroso.La señora Wang sintió un pinchazo helado en el estómago y se estremeció. Sabía, sin lugar a dudas, que su hijo decía la verdad. La mujer de Yin estaba en el cuartucho de al lado, a punto de dar a luz. Si traía una hi...