Gamoneda es uno de los mayores poetas del siglo XX. El acercamiento a este libro vino dado por tres motivos diferentes: El primero de ellos, el hecho de saborear también su prosa. El segundo, por vivir ambos en la misma ciudad. Y el tercero, puesto que lo iba a conocer el persona, llevar un libro para que me lo firmase. Y abro en este momento un inciso para contarles una anécdota personal: Asistí a su conferencia, libro en mano, al igual que una niña con zapatos nuevos. Me coloqué en la fila para que me dedicase este pequeño tesoro. La cuestión es que me pudo la vergüenza, los nervios, o un claro sentimiento de inferioridad por estar ante uno de los mayores literatos contemporáneos, y me di la vuelta, con la hoja guardada para la dedicatoria en blanco. Es algo de lo que me arrepentiré todos los días. Ciñéndonos al volumen en sí, es uno de los libro que más cariño me han transmitido desde hacía mucho tiempo. La sociedad vista desde la perspectiva de un niño, siempre ha sido un tema atrayente en la literatura gracias al optimismo, la ingenuidad y la imaginación que estos proporcionan a los más oscuros acontecimientos, Y Gamoneda, como un niño que era, lo plasma con la ternura más pura. No hay que olvidar que es poeta, más que prosista, y ese es el motivo por el que embellece cada una de las líneas. Provocando que incluso al finalizarlo, pasees por las calles de un nuevo León, transformado, nuevo, industrial, pero con la percepción de que el algún momento de la historia, un niño de pantalones cortos corría por esas calles aún sin inventar, buscando respuestas al día a día que nadie le conseguía explicar. Simplemente, una delicia.
hace 10 años