En la desesperada trayectoria de la literatura contemporánea, hay algunos libros que, aunque conectados con los problemas del momento, transmiten las inquietudes propias del hombre de todos los tiempos y llevan un mensaje de trascendencia universal. Alan Paton se interna aquí en un mundo eminentemente espiritual y su alegato en favor de una raza oprimida es, insensiblemente, una defensa de la condición humana, hoy tan sobrestimada. En la vida diaria y en las dolorosas experiencias de Stephen Kumalo, pastor negro de una apartada aldea sudafricana, Alan Paton ha logrado pintar el conflicto provocado por el choque de la civilización europea con una raza cuyos valores se ven gradualmente destruidos, sin que otros los reemplacen. En esta novela de Paton desfilan hombres blancos de la nueva generación, con una creciente conciencia de responsabilidad frente a la situación creada por sus mayores, los primeros colonizadores de Sudáfrica, nativos civilizados a medias, adolescentes sumergidos en problemas generados por la urbanización e industrialización sin plan, y dirigentes gremiales de color que luchan patéticamente contra las fuerzas que los oprimen.