Este libro me dejó una sensación agridulce: Por un lado, es una historia ágil y entretenida, que si no se se tienen excesivas pretenciones se puede disfrutar. Más allá de cierto barroquismo en el lenguaje, que se advierte en la proliferación de objetos “arcanos” o jinetes que se pierden en “lontananza”, el estilo de Gálvez es más bien agradable. Pero por otro lado, apenas arrancamos la lectura, nos topamos con una trama repleta de agujeros: desde personajes cuyas acciones no tienen ninguna motivación aparente (y solo cumplen una función para la trama, como alertar a los protagonistas sobre algo que está ocurriendo), hasta momentos en que el tiempo parece detenerse para los protagonistas, que apenas avanzan en su viaje mientras en el mismo plazo otros personajes realizan actividades que deberían insumirles mucho más tiempo. Una pena, porque estas fallas llegan a afectar mucho el principio de verosimilitud de la obra y, si no podemos creernos lo que nos están contando, disfrutarlo se hace también mucho más difícil.
hace 4 años