Sobre Marilyn Monroe se ha escrito mucho, tal vez demasiado; de hecho, apenas queda un rincón de su vida, su cuerpo o su muerte que no haya sido escrutado con lupas que mezclaban la admiración estupefacta con la falta de escrúpulos, la piedad con el bisturí inmisericorde. Esa montaña de papel es el pedestal de la figura mítica, pero también la losa que apaga la voz de un ser humano oscurecido por los focos. Esta obra es esa voz, o al menos todo lo que de ella nos ha quedado.
Ben Hecht, autor de relatos memorables y uno de los más grandes guionistas que ha dado Hollywood (aunque éste es un título que nunca quiso ostentar), fue todo oídos en 1954 para añadir puntuación y sintaxis a los recuerdos que la actriz iba desgranando desde el lado opuesto de una mesa. Esa delicadísima operación dio como resultado una obra maestra de la literatura fantasmal que conserva casi mágicamente el aroma y el sabor, la gracia y la melancolía, el ingenio y la ingenuidad de unas palabras nunca después repetidas. Edición ilustrada con 46 fotografías exclusivas de Milton H. Greene.