Desde Abu Ghraib hasta Guantánamo, el gobierno de EE.UU. ha desarrollado una serie de técnicas para lograr arrancar información a las personas que considera sospechosas. Esto no es nuevo. Desde la década de 1950, la CIA ha venido desarrollando programas de investigación para mejorar sus armas químicas, sus técnicas de manipulación mental y de tortura, lo cual conllevaba tener a varios médicos y psiquiatras en nómina, inocular a inocentes depresivos con drogas y aplicar tratamientos de electrochoque, con el fin de desarrollar el «recondicionamiento mental» de los enemigos de EE.UU., que en aquella época eran básicamente comunistas, objetores de conciencia o espías. Gordon Thomas es un experto mundial en servicios secretos y con este libro , Las armas secretas de la CIA, revela toda la verdad sobre las técnicas de la Agencia a la hora de obtener información de sus prisioneros.