No hay viaje sin peaje y este libro documenta la transformación alquímica del periplo en biografía y, por lo tanto, en destino. Como Nietszche, Ernesto Guevara encontró las ideas en el camino y si al filósofo maduro lo volvieron loco, al médico bisoño lo hicieron mártir. Sus primeras andaduras fueron apenas un desafío deportivo; pero el segundo viaje, en compañía del comunista Alberto Granado, fue un proceso en el que a medida que cambiaban los paisajes, cambiaba también el alma. El cicloturista se hizo quijote y en los diarios que fue escribiendo se da cuenta del cómo y los porqués de la metamorfosis. Como en la película de Walter Salles, Ramón Chao glosa aquellos "diarios de motocicleta" con absoluta cercanía emocional y justa distancia histórica. El autor es lector recurrente del Quijote, por eso dice en el prólogo Ignacio Ramonet que en estas Andaduras "establece parangones entre los itinerarios del argentino y las aventuras del manchego". Las ilustraciones de Wozniak complementan con delicada inocencia el tributo que Chao rinde a la biografía de un hombre convertido en leyenda. Ambos, junto con el prologuista Ramonet fueron coautores de un Abecedario de la mundialización y juntos posaron para la cámara de Daniel Mordzinski.