Hace cuatro años, se reseñó y se ensalzó en este blog la incomensurable “El embalse 13” (https://antoniocanogomez.wordpress.com/2020/02/24/el-embalse-13-jon-mcgregor/), de Jon Mcgregor. A través del argumento y del planteamiento que en esa crítica se analizaba, el autor se convertía en un referente en la difícil tarea literaria de crear arte en la descripción de las pequeñas cosas, haciendo que la lectura fluyera sola gracias a la maestría en la narración de la cotidianidad en la vida de una comunidad de vecinos de la Inglaterra rural. “La palabra para rojo” parte con un largo arranque, las páginas excesivas en la que se cuenta cómo tres investigadores quedan aislados en el polo durante un temporal y uno de ellos sufre un ictus. Tras ser trasladado al Reino Unido, la novela es la sucesión de pasajes de todo el proceso de recuperación médica, avances y esperanzas y frustraciones propias y de la familia que lo acompaña. Cumpliendo con las premisas de la buena literatura, Mcgregor consigue algo importante: ser reconocido por su estilo propio como escritor. En esta novela vuelve a sumergirse en esa cotidianidad de la vida narrando vivencias sin tener que recurrir a la trama y al argumento. Pero con un fallo: el resultado no llega al nivel de excelencia de “El embalse 13”. Ni siquiera alcanza esa excelencia ni destaca. Llega a la categoría de aceptable, que no es poco, y la salva la calidad de su escritura. No obstante, quien quiera encontrar la esencia de Mcgregor en estas páginas se podrá sentir satisfecho con su lectura. Se ha ganado a pulso que esperemos con ansia una tercera novela suya con Libros del Asteroide. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 11 meses