“Todo lo que evoluciona atraviesa sin remedio cuatro Edades: nacimiento, maduración, apogeo y destrucción. Las personas, las civilizaciones, y hasta el propio universo, obedecen a dicha ley”. Lahe Kokkuar, un muchacho encerrado por su madre desde la infancia para evitar que fuera convertido en wdraki, la orden de guerreros que custodia desde la Época sin Historia las espadas forjadas con Tanhwar, descubre una sociedad nueva, el Wurm kka Ezyack. “¿Acaso tiene alma un wdraki? Pero entonces… ¿cuándo la pierde?”. Extrañas criaturas del subsuelo medran ahora por la superficie; la peste gris, diezma a la población; seres extraordinarios, incluso los propios dioses, se implican en el devenir de las tierras altas… “Están confluyendo en los Tres valles integrantes de castas supremas, de civilizaciones... legendarias. Y lo hacen ahora... ¿comprendes?, como si hubieran venido para algo”. El mundo conocido sufre una decadencia irreversible. La tierra de nuestros padres, tal vez el universo entero, se adentra en la Cuarta Edad.