El título es una buena metáfora de lo que transmite está novela corta. El hambre no puede tener música y, en cambio, esa sonoridad se desprende de sus páginas. Las notas de, por ejemplo, la Sonata Claro de Luna de Beethoven parecen destilar de sus letras. La acción en el París de antes de la segunda contienda mundial cuando se llega a pensar que Hitler podía ser un freno del comunismo y se pensaba que no era tan fiero el león como lo pintaban; y el impacto de la llegada de la misma son los ámbitos donde se desarrolla la trama. Entrañable me parece el tío abuelo de Ethel y su historia y creo que es un personaje que podía tener mucho más recorrido. Sólo se aboceta su figura cuando su personaje podía dar para un retrato minucioso. Hay pasajes de gran lirismo y de gran belleza que vierten melancolía y tristeza. Muy bonito pero me ha dejado con ganas de más ya que soy un enamorado de obras de mucha envergadura. Una lectura deliciosa...
hace 1 año