Todos hemos leído novelas mediocres. En los primeros capítulos, pensé que me enfrentaba a una de tantas. Hasta que empezaron los absurdos, las situaciones aberrantes, la falta del más mínimo sentido de la realidad. Decidí entonces leer la novela tal que se tratase de una sátira. Pero me faltaron todas las cualidades que una sátira exige. El autor quiere retratar una sociedad hipócrita, sórdida y superficial; no lo consigue, todo se limita a un cliché exagerado, burdo y, además, carente del mínimo interés. La trama, por llamarla de algún modo, es tan floja que uno solo quiere terminar cuanto antes. Lo que más me preocupa, lo que me deja girando sobre mi mismo a la búsqueda del sentido alucinado de las cosas, es que esta "novela" haya obtenido el premio Tusquets otorgado por un jurado presidido por Juan Marsé... Como para no volver a leer nunca más
hace 5 años