En la América rural y profunda de 1910, un granjero viudo con tres hijos pequeños busca ama de llaves para la llevanza de su casa tras el fallecimiento de su mujer. Poco tiempo después, una viuda responde al anuncio en prensa y llega al lugar acompañada de su hermano, quien comienza a ejercer como maestro de la escuela unitaria del diseminado. Narrado en primera persona por uno de los tres niños, ya adulto, y convertido en un cargo de la administración educativa de mediados del siglo XX en los Estados Unidos, la novela adolece de un ritmo lento pese a lo prometedor de su arranque. Sin una trama concreta hasta que la obra encara su final, una sucesión de estampas bucólicas con vivencias de fondo de los protagonistas sirve para acompañar las lecciones de moral a los lugareños por parte de la institutriz y su hermano. De fondo, la labor educativa de las escuelas unitarias en el mundo rural. Como punto fuerte (al contrario de lo ocurre en las buenas novelas, donde el placer estar en leerlas de principio a fin), el final. Unas pocas indagaciones hacen que se descubran datos sobre el pasado y la identidad esos dos nuevos habitantes de la aldea que dejan al lector en el impacto de ver cómo a veces quien da lecciones no tiene autoridad moral para ello. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 8 meses