“Soltar el yo” es abandonar razonadamente una parte de nosotros, es soltar el tú y el vosotros, porque, en cierto modo, la inquietud, la infelicidad o el dolor se derivan de nuestras propias construcciones mentales y también de las heredadas o impuestas.
Existen otras formas de entender el amor, otras maneras de relacionarnos —no importa si es con nuestra pareja, con nuestra familia o amigos—, otra concepción del trabajo y el dinero, de la felicidad, en definitiva, de la vida. Pero estábamos —aún estamos— encerrados en nosotros mismos, en lo aprendido, en la ficción de lo que nos gustaría ser, y vivir era, es, y de no cambiar será sólo respirar o un mal menor antes del final.
Es hora de desaprender, de seguir nuevos paradigmas. A. J. Larruy nos muestra diferentes caminos partiendo de preguntas que cuestionan todo lo que parecía incuestionable. Siempre sin axiomas, siempre sin imposiciones. ¿Por qué no seguir alguno de ellos? ¿Por qué no comprobar de primera mano si de verdad estamos vivos?
Venimos de sociedades confundidas y confusas. Me atrevería a decir que somos herederos de generaciones enfermas y que estamos en un mundo carente de salud. Demasiados modelos aceptados aun siendo inexactos o falsos, demasiado aparentar lo que no somos, demasiado parecernos a alguien opaco, alejado de nuestro potencial interior, de nuestra luz.
“Soltar el yo” es una llamada de atención, un alto en el camino. No es el libro de otro iluminado que pretende ser Dios o su profeta. Es la obra de un amigo, de un profesional que nos hace entender nuestro dolor y nos rescata de errores repetidos una y otra vez.
Ofrece respuestas serenas; no teoriza, ejemplifica; no es pretencioso, entrega el calor de alguien que antes de escribir ha debido escuchar mucho y no siempre bueno.
Este es un libro recomendable para todos aquellos que necesitan reconducir su vida. Aconsejo su lectura abiertamente. (Jorge Juan Trujillo, 26 de octubre de 2020)