El día siguiente a la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los empleados del Departamento de Energía —un ministerio que gestiona algunos de los riesgos más peligrosos a los que se enfrenta la humanidad— esperaron, como es habitual, la llegada del equipo del nuevo presidente. Sin embargo, nadie se presentó para gestionar el periodo de transición. Nadie llamó ni dio señales de vida. El que iba a ser el próximo gobierno no parecía interesado en gobernar, y mucho menos en dejar de lado la ideología para afrontar cuestiones eminentemente pragmáticas y comprender y abordar los problemas reales del país. La administración de Trump, con una enorme arrogancia y un desprecio absoluto por el trabajo de gran parte de las instituciones, entró en la administración con la única ambición de deshacerse de las políticas implementadas por Barack Obama, denunciar a quienes creyeran en el cambio climático y lucrarse personalmente del desmantelamiento paulatino de varios servicios públicos. En una historia tan increíble que a veces parece mentira, Michael Lewis relata, con su característico y fascinante estilo, la peligrosa combinación de ignorancia, desprecio a la ley e intereses privados que guiaron los primeros pasos del gobierno de Donald Trump.