Érase una vez en la isla de Creta el minotauro, un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro, que vivía en un laberinto y se nutría de la sangre de los jóvenes que le eran entregados en sacrificio... Eso cuenta la tradición, pero Martín Garzo tuerce los hilos de la leyenda para darnos su versión de la vida de Bruno, el monstruo. Con él descubriremos el palacio de Creta, un lugar donde todo es posible y el deseo se casa con la abundancia. Ahí conoceremos a Ariadna, la hermana gemela de Bruno, y a las otras doncellas que alegran los días del joven. También sabremos de Artífice, el constructor del laberinto, y de Nómada, el contador de cuentos. Desde el nacimiento de Bruno hasta su muerte, vamos a escuchar de boca de Ariadna una historia donde los vivos dialogan con el más allá y los animales hablan, los muñecos tienen corazón de hombre y las mujeres siguen el rastro de su propia locura por un jardín dorado donde el tiempo no tiene ley y el dolor descansa. Con estos elementos tan dispares Martín Garzo vuelve al mundo mítico de El lenguaje de las fuentes y consigue que el horror y la ternura anden de la mano gracias a su gran talento de narrador.