La señora McGinty murió de un disparo en la cabeza. Las sospechas recaen inmediatamente en su inquilino, James Bentley, cuyas ropas mostraban restos de sangre y cabellos de la víctima. Sin embargo algo no estaba claro: Bentley, sencillamente, no parecía un asesino. Así, la célebre escritora Ariadne...