En Barro desnudo, Hugo Mújica vuelve a darnos su desnudez poética como respuesta al espanto del mundo. Al identificar su sentido del ser con el viento que pasa y roza la piel -y no con el horizonte-, nos recuerda que es la esperanza la que impone un sentimiento de destierro. Por eso identifica la poesía con el barro o con la materia que provoca una gota de sudor al caer sobre la tierra. La sed ese impulso que llamamos alma, está en el origen de la plegaria. La desnudez poética de Hugo Mújica es la consecuencia de meditar la sed, renunciar al deseo de quererlo todo con ánimo de engañosa plenitud y asumir que para encontrar un sentido basta con aceptar la herida que somos. Se trata de convivir con la melancolía de lo no tenido, de comprender la apertura del mundo frente a la cerrazón de los seres humanos, de dejar que la vida fluya hasta que el olvido sea testimonio de una de una presencia cumplida y el silencio se convierta en el lugar propicio para escuchar aquello que no suele oírse. El poeta se acerca con pie desnudo al silencio, no está dispuesto a permitirle la trampa de escucharse a sí mismo; quiere que se dé, entre la amplitud del amor y la hondura del penar, a los otros. Barro desnudo consigue ese silencio que es escucha en la verdad de cada vida. Luis García Montero