Luzbel lo tenía todo. Y todo lo perdió. Él era el príncipe, él era la «Luz del Señor»; pero el razonamiento y el libre albedrío que se concedían al hombre eran un peligro para la Obra. Y su descontento le costó el castigo del odio eterno y su destierro. Pero volvería. Cuando pudiera convencer a su a...