Paloma Sánchez nació en Lavapies, Madrid en 1956. Cuando tenía ocho años ganó un concurso de redacción y le dieron como premio “David Copperfield”. Lo leyó de un tirón y lloró muchísimo. Un par de años después su padre, lector de calidad, le fue poniendo libros en las manos. Ella lo leía todo, desde Shakespeare a las “Cien mejores poesías castellanas” pasando por “Cien años de soledad” que se la sabe de memoria. La poesía llegó a los treinta con los primeros desgarros del amor. Fue la época en que asistió a todos los talleres de poesía disponibles en Madrid. Estuvo con Mario Merlino, que pretendió que se desnudara en el Bellas Artes mientras él leía un poema. Era muy estrafalario, en su casa las baldosas del suelo se levantaban al pisar. Con Juan Carlos Suñén que en el aula de la Escuela de Letras tiró un Zippo a la cabeza de un alumno, con resultado de un ruido atronador en su choque contra el radiador. El chaval se apartó a tiempo. Pasó como una exhalación por el taller de Javier Diaz, el de Leganés. Para poder empaquetar en formato teatral “Alguien dijo tu nombre” asistió a un taller de dramaturgia con Sanchís Sinisterra. Las clases a las que asistió mas que enseñarla a escribir poesía le ayudaron a encaminar sus lecturas poéticas. Como poeta se apoya en Vallejo, Gorostiza, Gamoneda, Salinas, Ungaretti, el propio Juan Luis Suñén, Layton, Pino, Larrea, Claudio Rodriguez, Francisco Rojas, muchos más…y siempre Valle Inclán. En la cincuentena el destino quiso que Javier la enganchara en la tertulia Rascaman, a la que tanto debe. En ese momento empezó a sacar libros adelante ya temáticos, redondos en su estructura y algo abstractos. También allí le entró el gusanillo de recitar, de la puesta en escena por el propio poeta de su obra. Los cinco libros que ha editado, caseros y artesanos, han sido representados en Libertad8, en el teatro La Madrilera y en sus salones privados.