A Lizzie le cuesta mantener la boca cerrada. Y no es que sea una cotilla: simplemente le gusta hablar de su vida, contarle sus cosas a todo el mundo, y nunca se da cuenta de que está metiendo la pata hasta que es demasiado tarde... Durante un viaje a Europa, tras acabar la Universidad, vivirá un sinfín de aventuras que le enseñarán la importancia de no hablar siempre sin pensar.