¿Por qué Dios utiliza ropa interior pudiendo aprovechar la túnica para marcar providencia? ¿La ignorancia se cura bebiendo lejía? ¿A qué se debe la inquina de los tomates con los nabos? Si somos una sociedad tan avanzada, ¿por qué seguimos evacuando nuestras deposiciones con tecnología decimonónica? ¿Queda alguna migaja sin mercantilizar sobre la faz de la Tierra? Son estas cuestiones de vital importancia, brindadoras de infinita tinta derramada y causantes de las horas de pensamiento más lúcidas de la historia. Partiendo de tales interrogantes, aunque sin ninguna esperanza de comprenderlos, Fuerte bochorno pretende celebrar la extinción de forma burlona. Aquí hallarán el retrato de la estupidez, verdadera divinidad de nuestro tiempo, pintarrajeada con el sabor meloso de un zumo de mango maduro diluido en ácido clorhídrico. Que aproveche.