Toda persona puede tener sueños, es más sencillo de lo que parece. Existe un mundo gobernado por lo sueños, un mundo feliz, dónde la única moneda es el amor, y el principal lazo el compañerismo, el cariño. Un cariño real, que sirve de combustible a las personas, que digiere todo tipo de envidia y rencor y lo introduce en un lugar sólo conocido por él, un lugar al que no sabemos ni podemos llegar, un lugar seguro, dónde tendría que residir todo lo que nos evita perseguir nuestros sueños. Sueños que intentamos ocultar con la rutina, con el conformismo, con la ausencia de fuerza de voluntad, la falta de fuerza interior, el poco cariño que tenemos hacia nosotros.
También puede ser que exista un mundo mejor, un mundo al que ha conseguido llegar poca gente, un mundo donde cada día es un día nuevo, donde nuestra mente solo observa a través del optimismo, un mundo donde todo juega al son de esta mente, la que puede engañarnos hundiéndonos en el pesimismo generalizado o la que podemos conseguir adiestrar y encaminar en la senda de la felicidad.
Quizás el error ha sido siempre nuestro. Quizás nos hemos negado tanto a los sueños que han dejado de existir. O quizás no. “Cuando el alumno está listo, aparecen los maestros”.
Víctor G. (@chitor5)