Un trepidante thriller, que nos alerta sobre las terribles consecuencias del uso y abuso de las nuevas tecnologías en una sociedad carente de marcos morales y éticos.
"Es extraño, pero es verdad, porque la verdad es siempre extraña, más extraña que la ficción". Lord Byron.
Resulta increíble el insondable salto evolutivo producido en los últimos diez años en referencia a las nuevas tecnologías y cómo estas, han ido introduciéndose paulatinamente en nuestro entorno, de forma que han empezado a formar parte de forma natural en nuestra rutina diaria. Están ahí, forman parte de nuestra vida y las asimilamos como una forma de facilitación y ayuda, sin embargo, no somos conscientes, en nuestra inocencia, de las posibles consecuencias que suponen su imposición y su posterior influjo en cada una de las áreas de nuestra vida. Nuestro concepto innegablemente egoísta de humanos, como seres superiores y dominantes, nos impide ser conscientes de lo que supone el hecho de que, poco a poco, dejemos en manos de algoritmos, decisiones que anteriormente recaían en nuestro propio criterio y elección.
El secreto de ADA ficciona y elucubra sobre esta realidad, desarrollando un thriller efectivo, conciso y trepidante, que nos confronta con aquello que podría llegar a ser (¿o quizá ya es?). La novela abre un sinnúmero de frentes, un conjunto de vértices afilados que van desgarrando poco a poco el tejido de nuestra realidad, minando las estructuras establecidas y advirtiéndonos sobre los terribles peligros que podrían acechar a la humanidad si no nos paramos a establecer unos límites, un coto restrictivo a este desarrollo, que por desgracia y como premonitoriamente nos muestra, puede progresar absorbiendo las connotaciones y facetas más oscuras de la psique individual, tendente al dominio y la agresión, eliminando cualquier atisbo de empatía o generosidad.
La obra, ciertamente queda abierta, dejándonos una sensación de vértigo asociada a aquello que podría acontecer en próximas entregas, provocándonos una especie de nudo en el estómago ocasionado, no solo por el argumento de ficción, si no también, por cómo este podría, en breve, ser un anticipo de una realidad que, irremisiblemente se acerca a nosotros con el poder destructivo de un tsunami invisible, que puede arrastrarnos y hundirnos en las ciénagas de una nueva Edad Media, en la que, paradójicamente, estemos rodeados de una tecnología que previamente, habría sido creada para ensalzarnos por encima de nuestra condición de animales pensantes.
Como remate y llamada de atención, el volumen se cierra con las Leyes de la Robótica de Asimov, que sirven como admonición y aviso: si dejamos que nuestra creación sea el elemento dominante, por encima de las necesidades y la propia identidad de su creador, estamos irremediablemente destinados a nuestra aniquilación. (José María Durán, 20 de mayo de 2024)
hace 6 meses