Una de las cosas que más me gusta de los integrantes de la guardia de los highlanders (un grupo de guerreros de élite que luchan de forma clandestina al servicio de Robert Bruce) son sus apodos. En las anteriores entregas pudimos conocer a Jefe, Halcón, Guardián y Víbora y ahora es el turno de El Santo. Magnus MacKay no ha podido superar que Helen Sutherland, su amor de juventud, antepusiera a su familia por encima de su amor, en un acto claro de lealtad hacia su clan. Pero ahora que sabe que su compañero de armas, William Gordon, se va a casar con ella, el dolor y el rencor que siente es mucho mayor aún, así que decide centrar toda su atención en la próxima misión que la Guardia de los Highlanders tiene prevista. Pero algo sale mal y como consecuencia de ello, Magnus se ve obligado a velar por la seguridad del rey Bruce y de su amada Helen. A pesar de que todo parece estar en su contra (sus familias, el sentido del deber, los remordimientos), el amor que sienten el uno por el otro será el mayor aliado para ganar esa batalla que libran los protagonistas, mientras que otra mucho más sangrienta, será la que decida el nombre del nuevo rey de Inglaterra. En todas mis valoraciones anteriores os he comentado que me encanta la forma de narrar de su autora y este libro no es una excepción, incluso me atrevo a decir que este es uno de los libros más intensos de toda la serie. Centra la historia de amor de sus protagonistas en un entorno histórico real y con personajes reales, aunque se permite ciertas licencias para conseguir que la narración sea más emocionante, por ello, la acción es una constante en esta historia y las escenas de peligro se suceden una tras otra, por lo que no es fácil desengancharse de su lectura. Aunque el libro forma parte de una serie, insisto, se puede leer de forma independiente. Traiciones, intrigas, amor y mucha acción serán los ingredientes principales de esta historia de aventuras y segundas oportunidades que hará las delicias de los amantes de este género.
hace 6 años