El sueño de Arzee el enano se ha hecho realidad. Ha sido coronado como proyeccionista jefe del decrépito cine de Bombay en el que ha estado trabajando desde su adolescencia. Arzee cree que sus peores problemas ya han quedado atrás (su doble marginalidad como enano y como medio hindú y medio musulmán, sus deudas con el gánster Deepak, la novia que lo abandonó) y que por fin podrá casarse y establecerse. Pero, como le sucede habitualmente, se equivoca de medio a medio.