"¿Por qué Colette?" se pregunta Julia Kristeva en el inicio de este deslumbrante itinerario por la vida y la obra de la legendaria escritora francesa. Cada respuesta a este interrogante delimita un enfoque. Porque ella inventó un alfabeto. Porque creó un estilo. Porque halló un lenguaje para expresar la extraña comunión entre sus sensaciones, sus deseos, sus angustias y lo infinito del mundo: el despertar de las flores, las ondulaciones de los animales, las apariciones sublimes. El enigma de esa vitalidad ("tan intensamente amoral y animal como precisa", dice Kristeva) desencadena esta indagación que identifica los momentos clave de una biografía para anudarlos u oponerlos, según sea el caso, a la imaginación de la obra. Entre la versión paterna o la versión materna de la "per-versión" y el privilegio de las escenas de la infancia y la adolescencia en Colette, por ejemplo, Kristeva sigue a esta autora por los caminos de Freud pero trazando sus propias huellas. La escritura de Colette desafía las dicotomías así como sus elecciones ignoran el rótulo de la especialidad. Novelista, música, mimo, actriz de teatro, guionista de cine, autora estrella de la bohemia parisina desde las primeras décadas del siglo XX con un ejército de amigos entre los que se contaban Proust, Picasso, Jarry, Ravel, luego Sartre, Cocteau, Genet y Simone de Beauvoir. Finalmente miembro de la ilustre Academia de Letras francesa. En esta enumeración caben sólo algunas de las razones por las que Colette integra el tríptico estelar -junto a Hannah Arendt y Melanie Klein- que Kristeva reunió con la sugerente denominación de "genio" femenino. Sobre el fondo de su condición común de mujeres, Arendt, Klein y Colette, aportaron un desarrollo fecundo e innovaron en política, psicoanálisis y literatura. El presente volumen cierra la trilogía con el desafío de modular sexualidad y creación en una avanzada tan original e inédita como apasionada y provocativa.