Una prosa muy lírica, oscura y angustiante que te zambulle en un relato aterrador. Se anuncia como una distopía, pero no deja de ser la realidad de muchas familias que se encuentran viviendo de la noche a la mañana en un regimen totalitario que se traga todos sus derechos, o de esa cantidad de refugiados que tenían una vida cotidiana y llega la guerra y se la traga sin más, dejándoles sin nada. Y precisamente ahí reside lo aterrador del relato, en lo posible que es, incluso en Europa contemporánea. Lynch ha conseguido hacérmelo pasar muy mal con este libro, quizá también porque me identifico plenamente con su protagonista: una madre con hijos adolescentes. La última parte de la aventura me ha puesto el cuerpo completamente del revés y me ha robado una noche de sueño. "(...)es vanidad creer que el mundo acabará durante tu vida por algún acontecimiento repentino, que lo que termina es tu vida y solo tu vida, que lo que cantan los profetas no es sino el mismo cantar cantado a lo largo del tiempo, la caída de la espada, el mundo devorado por el fuego, el sol que se pone en la tierra a mediodía y sume al mundo en la oscuridad, la furia de algún dios encarnado en la boca del profeta que clama furioso contra la crueldad que será expulsada de la vista, y el profeta no canta sobre el fin del mundo sino sobre lo que se ha hecho y lo que se hará y lo que se les está haciendo a unos pero no a otros, que el mundo siempre está acabándose una y otra vez en un sitio pero no en otro y que el fin del mundo siempre es un acontecimiento local, llega a tu país y visita tu ciudad, llama a la puerta de tu casa y para otros se convierte en poco más que una advertencia lejana, una breve noticia en los informativos (...)"
hace 1 día