Es un muy buen cómic que con la habitual delicadeza que tienen los japoneses para expresar los sentimientos, explora las relaciones entre padres e hijos. Los niños pequeños no entienden a sus padres y malinterpretan las cosas, el padre que no habla con su hijo ni le demuestra el amor que siente por él. Y así se llega a la situación con la que empieza el cómic, Yoichi el protagonista, lleva muchos años sin ver a su padre y sin deseos de hacerlo. Cuando el padre muere, Yoichi regresa a su pueblo y es con la conversaciones en el velatorio y con los recuerdos que le vienen, cuando Yoichi empieza a conocer realmente a la persona que era su padre. Ahora tengo que entrar en terreno personal porque el cómic me ha afectado de una manera que no esperaba. Mi padre murió cuando yo tenía 10 años, otra víctima del tabaco, así que mis recuerdos de él son muy escasos, (casualmente algunos relacionados con la peluquería cuando ibamos los dos juntos a cortarnos el pelo). La conexión viene porque por lo que recuerdo mi padre era igual que el de Yoichi, un hombre callado, taciturno que iba a lo suyo, no recuerdo que jugara conmigo o que tuviera gestos cariñosos conmigo. En definitiva, ambos son padres de otra época. Todo esto me ha hecho reflexionar hasta que punto el carácter de mi padre ha forjado el mío, yo diría que mucho porque ¡oh, sorpresa!, soy una persona callada, introvertida que solo se interesa por sus propios asuntos. Es lo mismo que le pasa a Yoichi en el cómic.
hace 6 años