La actividad personal del Marqués de Sade, sus escritos y discursos políticos, las páginas filosóficas de sus novelas, hicieron de él el fermento de subversión más virulento de la Revolución Francesa. Sus panfletos irónicos "por una cruzada contra todos los dogmas religiosos" presentían el peligro mortal que significaba la religión. Hoy todavía, el ateísmo esencial de esas páginas continúa imponiéndose como una necesidad actual: el espíritu de Sade está vivo entre nosotros.