“La repentina muerte de Gordon Edgley sorprendió a todo el mundo, empezando por él mismo”. Con este más que peculiar inicio, comenzamos las aventuras de Stephanie y Skulduggery Pleasant, un detective que, para pertenecer al mundo de los muertos, le dará mucha vida a las situaciones y diálogos del libro.
Imagínate que muere el tío con el que mejor te entendías y que siendo una preadolescente, te deja en herencia; su casa, los fantásticos libros que escribía y… algo mucho más sobrenatural. Stephanie es una niña de doce años que, tras heredar la casa de su tío y aventurarse a pasar la noche sola en ella, se verá inmersa en un mundo complejo y mágico que no podía ni imaginar. Un mundo que su tío conocía perfectamente y cuyo amigo, Skulduggery Pleasant se encargará de mostrarle a Steph.
En este libro juvenil nos espera una historia con seres mágicos y un objeto de poder que, si cayese en las manos equivocadas, podría causar un gran mal. Así pues, la aventura y la sorpresa están servidas en esta trama que, gracias a estos personajes tan bien definidos y el espectacular mundo que crea Derek Landy, no estará falta de originalidad.
La historia está organizada en capítulos cortos, llenos de acción, diálogos divertidos por su sarcasmo e ironía (cortesía de nuestro particular detective), giros en la trama y el conocimiento cada vez más profundo de este nuevo mundo que se abre ante nosotros. La pluma del autor es ágil, lo que contribuye a atrapar a los lectores más jóvenes.
En conclusión, estamos ante una novela juvenil que combina lo mejor de varios géneros: los giros y acción característicos de una novela detectivesca, el humor irónico, capaz de enganchar al lector y hacer ágil la lectura del público más juvenil, y un maravilloso mundo mágico con distintos tipos de magos y seres, de esos que hacen que quieras conocer más. Un acierto para conseguir aficionar a los lectores que van pasando de los libros infantiles a la novela adulta; un paso intermedio perfecto. (Gloria Mª Martínez Tarazona, 22 de febrero de 2021)