Y Dios, el Dios de Dante Medina, se queda boquiabierto, sin palabras, pasmado ante estos poemas que no son el lenguaje al que Él está acostumbrado: la oración. Y todo porque, sin duda, este Dios tiene buena memoria, y se acostumbró al otro Dante, el que escribía para elogiar, el que hablaba el lengu...