El sol se levanta muy temprano y se siente feliz porque le da la impresión de que por fin se ha curado de su resfriado. Ya no tendrá necesidad de tomar jarabe ni de ponerse inyecciones: está fuerte como un toro, y dispuesto a calentar a todos los planetas, satélites y cometas. Pero se ha distraído, y no se ha puesto ropa suficiente. Ha de tener más cuidado otra vez, porque el refriado está siempre dispuesto a hacer de las suyas.