El mundo de los expatriados ingleses en Italia desde la época del "Grand Tour" en el siglo XVIII se traduce en términos literarios en un género en sí mismo que enlaza sin duda con las memorias mitad italianas, mitad chinas de Sir Harold Acton. Escritas hacia la mitad de su vida, podrían definirse como una ventana abierta a otro tiempo y a otro mundo. Escritor y experto en arte oriental, Acton siempre tuvo la certeza de haber nacido dotado de una sensibilidad extraordinaria para lo bello, pues fue considerado un "esteta" ya desde sus tiempos universitarios. Aunque el término está a día de hoy en completo desuso, en el periodo anterior a la primera guerra mundial un esteta sería una persona que considera el arte como una valor esencial, que valora lo físico más allá de la perfección, y lo aplica tanto a un objeto como a un paisaje o persona distinta y distinguida. Con tan fino olfato, Acton deja constancia en sus memorias de su devenir en las primeras décadas del siglo XX por su Florencia natal, por la poco apreciada, por antiestética, Inglaterra, y posteriormente por China, en donde se convertiría en un reconocido experto en cultura antigua. Lástima que el autor pusiera fin a la narración de su recorrido vital en 1948, pues estas memorias se leen con deleite, a medio camino entre la crónica social y el análisis social y artístico. (Gloria Magro)
hace 14 años