Ojalá que tu lengua se apoye en el quicio de mis pezones, pidiendo —a gritos— mi bendición.
Y ojalá que este padrenuestro que estás en mis cielos se vuelva en tu boca un Dios te salve amor mío, que me quemas en tus infiernos.
Así empieza la primera incursión de Yolanda Sáenz de Tejada, considerada por muchos la mejor poeta de nuestro país, en el terreno de la narrativa o, mejor dicho, en el campo de la narrativa poética, pues no sólo mezcla en estas páginas prosa y poesía sino que la propia prosa se degusta como si fuera poesía.
Ambientada en las calles de Sevilla, Yolanda nos relata la historia de un grupo de mujeres, todas ellas compañeras de la misma empresa, que deciden embarcarse en un juego de implicación sexual.
Un juego del que conocen cómo empieza, pero del que están muy lejos de saber cómo acaba, y durante el transcurso del cual se descubrirán a ellas mismas pero, sobre todo, descubrirán hasta dónde son capaces de llegar.