De todo corazón desearía comer el fruto del árbol de la ciencia, y me parece que la prohibición de comerlo es bastante extraña. Puesto que Dios concedió la razón al hombre, debía parecerle bien que se instruyese, ¿o acaso prefería que su servidor fuese un ignorante? Desearía también hablar con la serpiente, tan ingeniosa ella. Anunciar únicamente la moral, ¿no sería prestar un servicio a los hombres? Esa moral es tan pura, tan santa, tan universal, tan clara y tan antigua, que bien debe provenir del mismo Dios, como la luz que entre nosotros se tiene por su primera creación. ¿Permitiréis que anuncie estas verdades a la noble nación española? Si deseáis que oculte esa verdad, si me ordenáis absolutamente que anuncie los milagros de Santiago en Galicia, y los de Nuestra Señora de Atocha, y los de María de Ágreda que mostraba el culo a los niños en sus éxtasis, decidme cómo debo tratar a los refractarios que osen dudar de ellos. Cuando encuentre doncellas judías, ¿debo acostarme con ellas antes de mandarlas quemar? Y cuando estén asándose, ¿tendré derecho a retirar un muslo o una nalga para cenar con unas católicas?
François-Marie Arouet, Voltaire, es uno de los nombres más insignes de la Ilustración francesa. Nació en París el 21 de noviembre de 1694. En 1715, escribirá una sátira contra el regente Duque de Orleans por la que será encarcelado un año en la Bastilla. A partir del año siguiente, Voltaire inicia su exitosa producción dramática: Edipo y La Henriade, estrenada en 1723. Una disputa con el noble De Rohan lo lleva de nuevo a la Bastilla y después al destierro en Londres. Allí conoce a Newton y a Locke, y a aristócratas cuyas ideas y forma de vida influirán notablemente en su pensamiento. En 1734, publica las Cartas filosóficas, en las que denuncia el fanatismo imperante en la Europa de la época. A partir de 1740, publica Mohamed o el fanatismo, Babouc y Zadig, cuentos filosóficos que se inscriben entre lo mejor de su obra. En 1759 publica Cándido o el optimismo, obra que será inmediatamente condenada en Ginebra por sus irónicas críticas a clérigos, nobles, reyes y militares. Cuatro años después compone su Tratado sobre la tolerancia y, en 1764, el Diccionario filosófico. Desde entonces, siendo ya un personaje famoso e influyente en la vida pública, interviene en distintos asuntos judiciales, defendiendo la tolerancia y la libertad frente a todo dogmatismo y fanatismo. En 1778 Voltaire vuelve a París, donde es acogido con entusiasmo. Muere el 30 de mayo de ese mismo año.