Miguel Mañara es, en cierta medida, un héroe popular que, como todos los que nacen o viven en la gozosa claridad de la tierra andaluza, se ve condenado a formar en la comparsería del pintoresquismo, circunstancia que lleva, fatalmente, a ser pasto de leyendas  ,o ?lo que es peor? del entramado de las fábulas tradicionales donde, en general, poco importa separar lo verdadero de lo inventado y lo que prima es su difusión envuelto en un hálito de decadente romanticismo. Ciertamente, el nombre de Miguel Mañara no figura dentro de la relación de los más conocidos héroes, poetas, capitanes o bienaventurados. Para muchos es la figura con que se intenta dar su santo a la nobleza mercantil de Sevilla. En compensación, el autor se atreve a pensar que sí interesa analizar a un personaje que, en un preciso entorno, representa un arquetipo (modelo original y primario) del apasionante y torcido barroco español del siglo XVII. Con un ejercicio empeñado en la neutralidad, hasta conseguir librarse de las consejas amañadas (convertidas en dogmas al cabo del tiempo), Barrios logra que nos quedemos a solas con el personaje real, y llegar a conclusiones sin trabas, porque, se quiera o no, «,la Verdad nos hará libres»,? pero también pobres, indiscretos y sospechosos.