LA RADIO DE PIEDRA

LA RADIO DE PIEDRA HERRERA, JUAN

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Resumen

Esta primera y deslumbrante novela de Juan Herrera, es una pequeña joya literaria que sorprenderá y emocionará por su lúcida mirada sobre unos tiempos pasados que no necesariamente fueron mejores. Con ternura, nostalgia, crítica social e ironía, Juan Herrera nos sumerge en un polvoriento pueblo castellano perdido en la retaguardia de una guerra sin sentido. Un microcosmos habitado por moscas pegajosas, beatas enamoradas, hermanas lujuriosas, mendigos trashumantes, un ciego memorioso, un poeta cojo, un alcalde honrado, un cura cruzado... Toda una galería de alucinados lugareños reunidos cada noche, en torno a una radio de galena, para que su único oyente, su dueño, les contara la guerra. Con ecos de la picaresca clásica, de "El bosque animado", del "Amarcord" de Fellini, de Azcona y de Berlanga, "La radio de piedra" es un homenaje a la comunicación oral, a la solidaridad, a la tolerancia y al humor que revela la aguda capacidad para el retrato y la evocación de uno de los guionistas más personales y carismáticos de nuestro país.

1 Críticas de los lectores

Una radio tartamuda de interferencias y un pequeño pueblo ávido de noticias sobre la contienda insensata están detrás de la novela más humana y cómica ambientada en la guerra civil.
Herrera tiene el acierto de resucitar y de dar un aire diferente a personajes clásicos como el ciego o el lazarillo y de vivificar a los habitantes tradicionales de los pequeños pueblos españoles: el alcalde atribulado, la beatona mojigata, el cura intransigente y las vecinas de vida disoluta.
Es una resurrección desenfadada, algo nostálgica, destinada a quitar hierro al conflicto —a todos nos hace falta—, pero sin olvidar el drama que causan la cerrazón y el odio.
El cojo poeta, el destacamento de soldados alemanes o el dueño de la única y rudimentaria radio del pueblo son la guinda de un pastel literario digno del mejor escritor.
La trama y el resultado del volumen anticipan las necesidades y las crueldades que se generalizarán durante la posguerra. Así, la sed de noticias, soportar una existencia anodina, el ataque furibundo contra quienes se salen del camino marcado o una justicia arbitraria no dejan de estar presentes.
De poder conectarlo a una toma de corriente, el libro invadiría nuestra casa de una luz con matices de sonrisa; de haber sido leído por los contendientes antes del 18 de julio de 1936, es probable que contar nuestra historia no fuera tan doloroso. (Jorge Juan Trujillo, 11 de enero de 2018)

hace 6 años