El narrador de la novela, supuestamente Bevilacqua, resulta poco creíble, su lenguaje es demasiado filosófico, excesivamente profundo. Si además has escuchado en alguna entrevista al autor, Lorenzo Silva, irremediablemente acabas pensando que el verdadero narrador es él y no trata de ocultarlo. En novela negra estamos acostumbrados a que el protagonista, narrador habitual en primera persona, sea el alter ego del autor, pero en La marca del meridiano, Silva se apodera absolutamente de la personalidad de Vila, lo que resta mucha credibilidad al protagonista y lo desdibuja.
La narración, sin embargo, está muy bien construida, tiene buen ritmo y te acerca de forma muy verídica a la forma de actuar de la benemérita y a sus métodos de investigación.
El lector percibe una de cal y otra de arena: La escasa credibilidad de Vila (debería llamarse Silva) contrasta con la verosimilitud de la trama.
En definitiva, libro entretenido con los mismos defectos y virtudes de casi toda la serie, cuyo mayor logro es que nos aleja del típico y tópico investigador anglosajón.
hace 12 años
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