Leonor de Aquitania, mujer acusada de lascivia, quizá por intentar gobernar su cuerpo y su vida, Iseo, con su trágico final, el único posible por haber dado rienda suelta a su amor carnal por Tristán, Eloísa, enamorada por encima de las barreras del claustro, Juette, que escoge como forma de apartarse del yugo del matrimonio obligado, Soredamor y Fenice, doncellas que consiguen, con su discrección e ingenio, salvar las trabas que las separan de sus amados, y María Magdalena, que aunque muerta siglos atrás, vive en el imaginario medieval como encarnación del peligro de la mujer pecadora que arrastra a la perdición a los hombres. Son mujeres que no pueden hablarnos con su propia voz. Pertenecientes a un mundo plenamente masculino como el del Medievo, sus escritos -si los hubo- no han conseguido superar el transcurso de los siglos. Georges Duby, escarbando en la retórica de los documentos de la época, trata de ofrecer un retrato veraz de estas Damas del siglo XII, dando a conocer a través de ellas un sistema de valores no totalmente ajeno al momento presente.