«En mis paseos por fraguas de plural fuego, la diosa del amor me juró tu eternidad.Pero, ¿vendrás?»
Durante mucho tiempo, hemos considerado el poema como la botella que lanza el náufrago para que la recoja alguien (¿quién?) algún día (¿cuándo?) en cualquier playa de cualquier sitio. En ese poema, en esa botella, iría encerrado un jirón del autor, capaz de suscitar en quien lo recibiera el deseo de...