Nadie se detiene jamás después de la suave curva verde. En realidad, en esa planicie seca y cenicienta, allá por el año de Maricastaña había una aldea cuyo nombre no recuerdo. Era una aldea muy bonita. Cerca, en una cabaña, vivía una maga llamada Beremunda que era pequeña y arrugada y se pasaba el d...