«Me lo trajeron a casa una mañana de junio, degollado, descuartizado a hachazos como un cerdo. […] ¡Malditos sean los que le abrieron el pecho para arrancarle el corazón con las manos y patearlo como una pelota de trapo!» Con esta escena de furia arcaica se inicia el relato de Mintonia Savuc...