En Malaia Starogradovka, un pueblo de apenas tres calles en la zona gris de Ucrania, la tierra de nadie disputada en 2014 entre las fuerzas ucranianas y los separatistas prorrusos, solo quedan dos residentes: Serguéi Sergueich, inspector de seguridad retirado convertido en apicultor, y Pashka Jmelen...